Cuatro claves para entender el pacto de París sobre el cambio climático

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14 Diciembre 2015

El texto final del acuerdo de París, que ha sido ratificado por los 195 países reunidos en la capital francesa, tiene como objetivo principal conseguir que el aumento de la temperatura media del planeta a final de siglo por el cambio climático se quede "muy por debajo" de los dos grados con respecto a los niveles preindustriales. También se apunta a que se deben hacer esfuerzos para que "no supere los 1,5". Se busca además aumentar la capacidad de los países de adaptarse al cambio climático, siempre teniendo en cuenta la "seguridad alimentaria". Por último, se aboga por conseguir que los "flujos financieros" caminen hacia una economía baja en emisiones de gases de efecto invernadero.  

Metas

Para lograr el objetivo de que el aumento de la temperatura media a finales de siglo se quede entre los 1,5 y 2 grados se establece que todos los países deberán alcanzar un techo en sus emisiones de gases de efecto invernadero "lo antes posible". Los países desarrollados deberán hacerlo los primeros. Los que no lo son tendrán más tiempo, aunque no se fija un año concreto. De lo que sí se habla es que, en la segunda mitad de este siglo, se deberá llegar a un "equilibrio" entre las emisiones y la capacidad de absorber esos gases, principalmente el dióxido de carbono. Este último punto abre la puerta de forma clara a los mecanismos de secuestro y almacenamiento de carbono, una vía que defienden los países petroleros para no cortar ya con los combustibles fósiles.

Mitigación

El principal instrumento sobre el que se construye el acuerdo son las llamadas "contribuciones" nacionales. De momento, 186 de los 195 países que negocian ya han presentado planes de reducción de sus emisiones. Cuando se analizan en conjunto, estos programas de reducción de emisiones dan como resultado un incremento de la temperatura a final de siglo de cerca de tres grados. Por eso, el acuerdo establece que las contribuciones se revisarán cada cinco años al alza. El primer análisis se realizará en 2018 y la primera actualización al alza en 2020, cuando entraría en vigor el acuerdo de París. A los países desarrollados se les exige que reduzcan sus emisiones en sus contribuciones nacionales. A los que no lo son, se les insta a que las limiten o las reduzcan en función de sus capacidades.

Otro de los instrumentos clave del acuerdo es la creación de inventarios para poder hacer un buen seguimiento de los programas nacionales de reducción. Se perfilan tres categorías: los desarrollados, que deberán dar completa información, los emergentes, que tendrán una menor exigencia, y los más pobres, que tendrán el nivel mínimo de obligaciones. 

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